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sábado, 29 de noviembre de 2014

¿Por qué escribe Sarahi?


Yo soy Sarahi, disfruto de dar forma a las ideas, ya sea como imágenes o como objetos... como palabra hablada e incluso plasmada en papel. Estas son mis razones para escribir.

Escribo para dar forma a mis pensamientos, a mis sentimientos, deseos y anhelos. Porque es una forma de guardar, atesorar y un método infalible para evitar olvidos.

Básicamente por eso escribo: para no olvidar.


Para no olvidar un sueño, un suceso o una fantasía. Para no olvidar lo que pienso y lo que no pienso, lo que digo y lo que sólo planeo decir. Lo que veo. Lo que no me atrevo a ver. Lo que temo enfrentar y lo que temo olvidar.

Y luego, mi viva imaginación lo enriquece, lo tuerce y lo adorna, lo embellece y lo cambia, lo aviva, lo hace otro. Entonces lo guardo.

No logro recordar cómo o cuándo exactamente fue que comencé a escribir no sólo para aprender nuevas cosas o recordar los contenidos académicos, sino para soñar y comunicar algo más sobre mi.

Siempre fui una chica tímida, "introvertida" -decía una prueba psicológica-. Sólo hablaba lo necesario y sólo cuando tenía ganas. Nunca fui muy expresiva, alegre o de muchos amigos. Siempre atrás, siempre a un lado, siempre al fondo y diferente de los demás... Y luego un día, me cansé. Tenía casi 16 años cuando cambiaron las cosas: de repente me gustó tener amigos, hablar mucho, hacer bromas y ser el centro de atención. Organizar, exponer, debatir, hacer. Siempre la primera, siempre la mejor, siempre rodeada de personas. "Líder" me dijeron después.

Pero no todo puede durar para siempre y yo elegí cambiar mi vida entera. Hice maletas en las que metí toda mi existencia. Anoté en una agenda direcciones, teléfonos y correos electrónicos. Prometí escribir. Prometí contar. Prometí visitar.

Llegué a mi nuevo hogar y lo primero que hice fue comprar hojas, sobres, tintas de colores y demás implementos de escritura... sólo que nunca los utilicé. Nunca mandé ninguna carta, ningún mensaje. Nunca hice ninguna llamada. Después de todo viejas mañas no se olvidan, ¿no?. No volví a ser "introvertida", simplemente dejé esas etiquetas y volví a ser sólo yo. Y de un momento a otro me encontré sola.

Y así decidí escribir para mi. Ideas, enojos, sueños, peleas imaginarias, opiniones no solicitadas.

Hojas y plumas, pantallas y teclados se convirtieron en compañía cuando no estaba en la escuela. Cuando no tenía con quien hablar o discutir a diario.

He escuchado de personas que hablan consigo mismas para mantenerse cuerdas... en ese entonces yo escribí. Escribí para expresarme, soltarme, desahogarme, comunicarme... Escribí para mantenerme cuerda.

Poco después me adapté, hice amigos, conocí. Encontré compañía más allá de libros y textos. Combiné esas dos "YO" (la de antes y la de después) en un equilibrio más o menos perfecto para mi. Dejé de utilizar la escritura como un salvavidas y la retomé por puro gusto.

Descubrí que escribir es la manera perfecta de guardar un recuerdo o un secreto, de ver sueños realizados a capricho, de cumplir fantasías e incluso de ser alguien diferente a quienes somos.

Escribir es la manera perfecta de abrirte a ti mismo, sin vergüenza, sin tapujos, sin ver a los ojos, observando desde fuera la reacción del otro al leerte.

Escribo porque de esa forma me siento libre, me siento segura. Porque la escritura deja rastro. Porque evita el olvido. Escribo porque a mi no me gustaría ser olvidada fácilmente.

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